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Hola, soy Ana Valdez Saravia 📰
Este es mi capstone sobre adultos latinos de la tercera edad en Nueva York y como navegan la vejez

Soy una periodista multimedia que ha cubierto una variedad de historias que incluyen temas laborales, inmigración, activismo comunitario, injusticias sociales, artes y cultura para NBC New York, Telemundo 47, NYCity News Service, Mott Haven Herald, El Deadline and CNY Latino. 

Tengo experiencia cubriendo noticias locales en Kansas, donde creé el primer noticiero en español para la radio KVOE. Además, realicé periodismo de investigación para  Report for America sobre cómo los estudiantes de universidades en el Medio Oeste enfrentaban inseguridad alimentaria un año después de la pandemia de COVID-19. También he colaborado con organizaciones internacionales como World Pulse, donde entrevisté a mujeres que crearon espacios tecnológicos para mujeres en sus comunidades en India, Kenia, Zimbabue y Camerún.

Recibí tercer lugar por publicación en línea en los Premios Ñ de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos (NAHJ) en 2024 y también soy ganadora del Premio de Noticias de Investigación de los Kansas Collegiate Media Awards en 2022.

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Retiro no garantizado: Latinos mayores trabajan hasta el final en Nueva York

 A medida que los latinos envejecen en Nueva York, muchos se ven obligados a trabajar hasta edad avanzada debido a la falta de acceso a un retiro digno, ya que la pensión que reciben es insuficiente para vivir.   

Por: Ana Valdez Saravia

Foto: Ana Valdez Saravia

 

Aunque los latinos constituyen sólo una pequeña parte de la población de edad avanzada en Nueva York, enfrentan los niveles más altos de pobreza, con un envejecimiento marcado por la falta de acceso a una jubilación adecuada, atención médica equitativa y seguridad laboral.

 

Guadalupe “Cholo” González llegó a Nueva York a los 17 años de Puerto Rico y ha hecho su hogar en el sur del Bronx, donde se aferra a su tienda de discos de música.  El dice que sigue trabajando para suplementar su pensión y cumplir con los gastos de sus medicamentos para el cáncer de hueso que actualmente padece. Él desafía el mundo digital, manteniendo viva la tradición de la venta de discos. A pesar de ser ciudadano estadounidense, su pensión mensual es insuficiente para seguir viviendo en la ciudad.


“Llevo 14 años cogiendo el seguro social, no es mucho. Tengo que seguir trabajando.” Dice González y añade que por lo mismo tener una vivienda y pagarla solo es complicado. 


“Ahora mismo yo vivo con mi hermana, y con lo que me da el seguro social, a mí no me da para buscar un apartamento", dice González. 

Por otro lado, algunos adultos de la tercera edad que no son ciudadanos estadounidenses hacen trabajos más informales debido a no tener acceso al retiro del seguro social, como Óscar, un señor mexicano de 68 años que toca la guitarra y la armónica en los vagones de las líneas 6 y 7 del metro. 


Óscar, quien no comparte su apellido por preocupación de su seguridad porque fue víctima de violencia en México, llegó hace 18 años al país. El comenta que no se considera un gran músico, pero su arte le permite ganar unos cuantos dólares y mantener una conexión diaria con la gente. Él se inspiró en iniciar a tocar en el metro después de ver a otras personas subir a los vagones, además necesitaba el dinero. 


“Si no toco, no tengo para comer”, dijo.


Hay días en los que logra recolectar hasta $220, aunque hay otros en los que sus ingresos son apenas $50. Oscar recibe vivienda de parte de la ciudad, pero no comparte el monto por cautela a que se la quiten. En general, lo que hace en el metro lo usa para gastos de comida, transporte o productos para el hogar. 


A parte de tocar la guitarra en el tren, él ha encontrado otras formas de mantenerse, como la reventa de artículos de segunda mano o asistir a comedores comunitarios. 


“Para la gente de mi edad, hay comedores que por $1 o $2 uno puede comer comida rica”, dice Óscar.


En la Ciudad de Nueva York hay 1.77 millones de personas que tienen más de 60 años de edad, de las cuales el 23% son hispanos. Sin embargo dentro de la comunidad hispana, los adultos de la tercera edad representan un porcentaje pequeño, tan solo el 9%. 


Aunque son una fracción de la comunidad hispana, los hispanos de tercera edad enfrentan un envejecimiento precario y una tasa de pobreza del 23.5%, la más alta entre todos los grupos de adultos mayores en la ciudad, según el Center for Urban Future, quiénes son una organización sin fines de lucro que se enfoca en reducir la desigualdad, aumentar la movilidad económica y crecer la economía en la ciudad de Nueva York.


Óscar confiesa que aunque el apoyo para vivir en la ciudad ha sido de gran ayuda, los años vividos en Nueva York no se sienten como los de su tierra natal, México, a la que añora profundamente.


"Aquí no vivo, aquí sobrevivo", él dice. 


Tras mucho pensarlo, Óscar ha decidido regresar a México, donde aún tiene familia y ha enviado los ahorros que con tanto esfuerzo reunió en esta ciudad. 


"Allá sí se vive la vida", Óscar dice.


Para muchos latinos la idea de volver a sus países natales está presente para poder tener un retiro digno después de haber trabajado años en Estados Unidos. Pero a medida que pasan los años a muchos se les hace difícil dar ese paso y terminan envejeciendo en este país sin un apoyo adecuado para la jubilación o los medios necesarios para trasladarse cómodamente a sus países de origen.

 

El envejecimiento en la comunidad hispana suele ser también precario debido a varios factores socio económicos. Entre ellos, muchos hispanos hacen sus carreras en empleos de baja remuneración y sin beneficios, debido al bajo acceso de educación ya que en Nueva York solo el 23.3% de los hispanos tiene un título universitario o superior que pudiera dar mejores oportunidades laborales en comparación con el 46.1% de las personas blancas que sí tienen acceso.


De inmigrante a ciudadano, el retiro aún no alcanza

Desde la pandemia, los adultos mayores se han visto afectados laboralmente a nivel nacional. Casi un cuarto, el 24%, se quedó sin empleo, de acuerdo a un estudio.  Sin embargo si estaban jubilados pudieron acceder al retiro del seguro social. Pero para aquellos que son inmigrantes indocumentados no hay beneficio del retiro del seguro social debido a su estatus migratorio y sólo recaen en su propio trabajo.

Muchas veces el estatus migratorio determina la seguridad financiera al momento de retirarse. Los ciudadanos y residentes estadounidenses son elegibles para el retiro de seguro social, que según la Administración del Seguro Social es “un cheque mensual que reemplaza parte de sus ingresos cuando reduce sus horas o deja de trabajar por completo.”  


Sin embargo, ellos advierten que ese cheque “no reemplaza todos sus ingresos, por lo que es mejor identificar otras formas de pagar sus gastos mensuales a medida que envejece.” 


Los pagos mensuales del seguro social, en muchos casos de latinos de la tercera edad, queda muy corto para poder sostener su vida, especialmente en un lugar como Nueva York donde la renta media es más de $1,700 mensual por un apartamento con una habitación, según un informe del Fiscal Policy Institute. 


Por ende, deben seguir trabajando, lo cual crea dificultades, ya que la Administración del Seguro Social establece limitaciones sobre cuánto una persona puede generar y aún recibir beneficios de jubilación. Si se excede ese límite, la persona recibe una reducción en sus beneficios.


En ese caso la búsqueda de trabajos se reduce y los latinos de la tercera edad enfrentan no ser contratados por su edad. 

Lupe Ochoa, a sus 72 años, lo entiende. Ella trabaja medio tiempo como encargada de un bar en el MetLife Stadium, un trabajo que ella misma buscó para mantenerse activa y solventar sus gastos. 


Nacida en Perú, Ochoa fue traída a Estados Unidos por su ex-esposo y, aunque enfrentó barreras iniciales de idioma y falta de apoyo, siempre ha sabido valerse por sí misma. 


Ochoa comenta que, a medida que pasan los años, se le ha hecho más difícil encontrar trabajos a tiempo completo, pues no la quieren contratar por su edad pese a que finalmente en 2021 logró obtener su licenciatura en administración de negocios y en 2023 una maestría en ciencias administrativas. Y ella lo necesita porque la jubilación del seguro social no es suficiente para vivir.


“Con los descuentos que me hacen del Medicare, al mes estoy recibiendo neto $916. ¿Dígame al mes qué significa $916? Todo eso se me va en los impuestos de la casa, que son como $1,680”, dice Ochoa.


Con su trabajo de medio tiempo, ahora está ahorrando para solventarse al menos tres meses, ya que durante tres meses el estadio estará cerrado, y Lupe esperará a que entren en sesión de nuevo para volver a trabajar.


“Yo, en este trabajo del estadio voy a seguir trabajando. Si Dios me lo permite, voy a seguir trabajando hasta lo último.”


De acuerdo a un reporte del Consejo Nacional sobre el Envejecimiento, los latinos de la tercera edad ingresan al mercado laboral en puestos de bajos salarios, enfrentando barreras para tener un buen salario y sobre todo “la discriminación por edad es generalizada, lo que crea barreras para el empleo y la asistencia en capacitación.”


Otras de las barreras que las personas de la tercera edad hispanas enfrentan es el acceso a servicios de salud. De acuerdo al primer estudio sobre la salud de los latinos en la Ciudad de Nueva York realizada por el Departamento de Salud, se indica que “un porcentaje más alto de latinos nacidos fuera de los EE. UU., especialmente los inmigrantes recientes, no tiene seguro en comparación con los latinos nacidos en los EE. UU.”


La organización sin fines de lucro de ayuda a migrantes, Voces Latinas, indica que hay un déficit en la búsqueda de ayuda por parte de personas de la tercera edad debido a la falta de recursos específicos para esta comunidad.


“NYC Care recientemente ha permitido que las personas de 65 años puedan usarlo si no son elegibles para Medicare. Para ser elegible en Medicare, se necesita un número de Seguro Social, algo que muchas personas de nuestra comunidad no tienen”, dice Tania Batres, la Coordinadora de Desarrollo de la Fuerza Laboral de Voces Latinas. 


“Así que, en su mayoría, las personas venían buscando apoyo para estos servicios, como el SNAP, pero a veces existen esas barreras porque los programas requieren ese número de seguro social o algo que demuestre ese estatus” añade Batres.


Combatiendo la soledad en la tercera edad

Cada sábado en Jackson Heights, un grupo de mujeres se reúne para hacer manualidades. Gran parte de ellas están en la tercera edad y son abuelas. Pero, más importante aún, se han vuelto amigas y han encontrado apoyo en el grupo, uno que, según dicen, si no tuvieran, estarían en soledad.  

 


Angélica Perea dirige el grupo de manualidades en Voces Latinas, un proyecto que busca integrar a mujeres latinas y crear una comunidad de apoyo. Perea dice que se siente feliz de organizar el grupo, pues le recuerda lo que ella misma buscaba cuando llegó a Estados Unidos desde Perú, años atrás.  


“Uno busca el cariño y el calor y la amistad, algo que uno deja en su país y muchas veces aquí no han logrado encontrar", dice Perea de 69 años. “Aquí en manualidades a lo largo de estos años muchas personas se han enganchado en la relación de amistad.”


La mayoría del grupo dice que, a medida que avanzaron en edad, necesitaban encontrar actividades para distraerse, especialmente de la soledad que muchas veces enfrentan, ya que sus familias viven aparte o no tienen familia en el país.


“A mí me gustan mucho las manualidades; me han ayudado mucho con la depresión que tenía", dice Rosa Rossel, de 76 años, quien llegó de Perú a los Estados Unidos hace diez años. “Me siento contenta de venir aquí; cuando no vengo, siento como que me falta algo.”


La depresión es más común entre los latinos con un 14% de prevalencia lo que es significativamente más alto que en otros grupos raciales, según un reporte del Departamento de Salud municipal. Esto, junto al hecho de que el 49% de los adultos mayores en Nueva York nacieron fuera del país, resalta la necesidad urgente de crear espacios que fomenten la interacción social y reduzcan la soledad, de acuerdo al Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York.

 

“Ya voy a tener diez años viniendo acá (Voces Latinas), vine porque estaba pasando por un momento de depresión,” dice Renée Navarro, de 81 años, originaria de Perú. “Soy sobreviviente de cáncer. Me hicieron un trasplante y, cuando vine aquí, se me quitó toda la depresión. Me siento muy a gusto con mis compañeras. Todas me quieren, y yo las quiero también.”

 

El mismo estudio del Departamento de Salud de Nueva York indica que "más de la mitad de los adultos mayores informan que se reunieron con al menos un amigo o miembro de la familia en la última semana." Este tipo de conexión social es crucial para el bienestar mental, especialmente en la tercera edad.


Iniciativas como Voces Latinas o los 300 centros para adultos mayores en la ciudad, juegan un papel fundamental al crear un espacio donde los adultos mayores latinos pueden socializar, sentirse escuchados y disminuir los efectos de la soledad y la depresión. 

 

Cada sábado es diferente en Voces Latinas, pero lo que nunca cambia es que cada actividad que hacen juntas la terminan juntas. Desde decoraciones navideñas para el hogar hasta convertir una camiseta en un bolso, todas se apoyan en el paso a paso de sus manualidades. 

 

Además, la comida también las une, pues traen botanas y bebidas para compartir. Su amistad incluso va más allá del salón, ya que, al terminar, se acompañan mutuamente a sus hogares, esperando verse el siguiente sábado.

 

Incluso las nuevas miembros pueden sentir ese sentido de pertenencia. María Latorre, de 73 años y originaria de Colombia, se unió hace apenas un mes. Para ella, era importante encontrar una comunidad y conectar con más personas.

 

“Me puse muy feliz el día que (Perea) me dijo que podía integrarme al grupo,” comenta Latorre. “Mi hija está contenta de que he logrado encontrar un lugar donde reunirme con más gente", añade.

 

Combatir la soledad y encontrar comunidad también puede ser algo generacional. Ese es el caso de la familia boliviana de Rocío Sánchez, de 62 años, y su mamá, Abigail Sánchez, de 86 años, quienes vienen juntas al grupo de manualidades. Abigail forma parte del grupo desde hace 11 años. Antes la acompañaba su otra hija, pero cuando ella se mudó fuera de la Ciudad de Nueva York, Rocío se unió.

 

“Había una amiga que ya había entrado a Voces Latinas, ¿a dónde estás entrando? Le pregunté. A Voces Latinas, me dijo, ven, entraremos,” recuerda Abigail, cuando una amiga la motivó a unirse al grupo hace 11 años. “De esa manera he conocido a muchas amigas.” Dice.

 

Para Rocío, es importante traer a su mamá al grupo, ya que no solo le da ese apoyo de comunidad, sino que también la mantiene activa tanto física como mentalmente, algo que ella considera importante ahora que ella misma también está entrando a la tercera edad. 

 

Ella comenta que, si no fuera por centros con actividades gratuitas para adultos mayores como Voces Latinas, sería muy difícil para los adultos mayores pagar actividades recreativas, ya que lo que reciben del Seguro Social no es suficiente.

 

“Yo digo que mi mamá goza de esto y yo voy por el mismo camino,” dice Rocío. “Mientras se pueda y mi mamá esté bien, yo voy a seguir aquí. Para que ella siga recreando y aprendiendo.”